Tengo que ser muy honesto: mi cabeza se bloqueó mucho al querer escribir este primer post. Y aunque sé que no será publicado exactamente como inicialmente lo escribí, para mí esto representa libertad. No sobre algo que actualmente está aceptado, como la expresión; va más allá de eso. Es una libertad de salir de mi mente, que me ayudó a estar seguro por mucho tiempo, pero que ahora es momento de compartir lo que sucede en mi mundo interior.
Desde pequeño tuve una imaginación súper amplia y acepto que nunca pude expresarla. No fui tanto de arte, no fui tanto de dibujar y mucho menos de escribir. Tal vez tuve algunos destellos, pero no sentí la confianza de hacerlo.
Con el tiempo, mi comunicación ha mejorado, pero abismalmente. Aunque mucha gente no lo crea ahora, la mayoría de mi vida fui una persona muy cerrada, muy callada y que solo en confianza podía platicar o expresarme libremente. No es broma: en verdad, de manera intelectual y emocional, me costaba articular mis palabras, tanto así que a veces ni se me entendía lo que quería decir. Así viví durante años, convencido de que eso nunca cambiaría.
Qué bueno que estaba equivocado. Porque darme cuenta de que sí puedo cambiar me recuerda que lo que creo imposible… también puede ser posible.
Y aquí estoy ahora: escribiendo sin saber quién me leerá, qué pensarán o qué juicios tendrán. Hace unos meses, solo imaginarlo me habría paralizado. Sí, el famoso síndrome del impostor. Por más logros, experiencia o ideas que tuviera, para mí nunca eran suficientes para atreverme a compartir mi historia. Siempre sentía que faltaba algo… o que, tal vez, solo quería presumir. Que lo que dijera no le importaría a nadie. Total, ya hay miles de “gurús” en el mundo, ¿qué podía añadir yo?
Con el tiempo entendí que mi forma de ver la vida es distinta. Y que eso me ha servido mucho. Me ha permitido encontrar ángulos que la mayoría no ve. Tal vez por eso terminé estudiando ingeniería. Luego me lancé a los negocios… sí, negocios. Quién lo diría.
Todo tiene su propósito: que mi mente me mantuviera tanto tiempo en silencio me empujó a desarrollar la habilidad de escuchar y manejar mis emociones, algo que me cambió la vida. Porque así comencé a dominar, poco a poco, el arte de la expresión y de la escucha.
Se abría un nuevo camino: llevar mi experiencia de navegar entre mis distintas versiones al servicio de la humanidad. Qué intenso se lee, ¿verdad? Tal vez hasta algo exagerado. Pero, ¿por qué esconder mi pasión e intensidad, si es lo que me hace ser esta alma rebelde, apasionada y llena de ganas de sentir lo que es la completa libertad?
Hoy suelto el miedo y me permito escribir sin pedir permiso. Lo que compartiré a partir de aquí nace desde lo más profundo, con la vulnerabilidad de quien sabe que no tiene todas las respuestas, pero sí la valentía de mostrarse. No para convencer, no para impresionar, sino para conectar. Este es el primer paso de un camino donde la autenticidad es la única regla, y la transformación, la consecuencia inevitable.
Ojalá que en este viaje, algo de lo que soy, despierte algo de lo que eres.
